miércoles, 7 de mayo de 2008

Tres Alsogarays

Ironía de la historia: última batería en apagarse en Vuelta de Obligado.-

Este artículo es un homenaje a un militar patriota y corajudo, que de joven no podía pagar la escuela de su hija mayor. En una carta dirigida a un amigo, el oficial cuenta que lleva 32 días sin un centavo en sus bolsillos y que duerme sobre la tierra, tapado con un poncho. Sin embargo, dice que está dispuesto a enfrentar “a cuanto pícaro gringo hay en el mundo”

Desde luego que no se trata el capitán-ingeniero-economista Álvaro Alsogaray, apodado El Chancho en los años 60, sino su bisabuelo. El 20 de noviembre de 1845, el Alzogaray de este relato participó como oficial de la marina argentina en un desigual combate: estuvo al mando de uno de los cañones que desde las orillas del río Paraná enfrentaron a la poderosa escuadra naval anglo-francesa en la Vuelta de Obligado. La historia registra que peleó hasta que se le acabaron las balas. Su cañón, denominado Restaurador, fue el último en dejar de disparar contra el enemigo.

“Salud y ganas de pelear”

La batalla entre los criollos y los invasores extranjeros había comenzado a las ocho y media de la mañana. El historiador José María Rosa relata: “Alsogaray es quien más ha resistido: a las cuatro de la tarde le quedaba un solo tiro y, con serenidad, cargó un cañón y disparó la última andanada”. Rosa escribe Alsogaray con la letra ese, tal como se conoce en la actualidad, pero en aquella época el apellido original era con zeta.

Hasta ese día, Álvaro José de Alzogaray era un casi desconocido oficial. Había nacido en 1811 y descendía, por el lado materno, de judíos portugueses que se radicaron en Brasil. En la familia de su madre –según la revista Nº 11 del Instituto de Ciencias Genealógicas, publicada en 1955- había “penitenciados de la nación hebrea” que se convirtieron al catolicismo. En Brasil se les conoce como “cristianos novos”; en el México virreinal, curiosamente, se les llamó “marranos”.

Alzogaray había sido ayudante del almirante Guillermo Brown durante la guerra contra el Imperio de Brasil (1825-1828). Se destacó en 1844 bajo las órdenes del marino irlandés, cuando las fuerzas patriotas tomaron Maldonado, en la Banda Oriental. El fundador de la marina de guerra argentina no hablaba castellano; el joven lugarteniente, en cambio, sabía inglés y era el encargado de traducir sus órdenes a la tripulación y la tropa.

El oficial Alzogaray no ganaba mucho y además, como estaban en guerra, cobraba su salario cuando podía. En una carta a un amigo, redactada antes del enfrentamiento en la Vuelta de Obligado, narra que lleva 32 días sin un centavo en sus bolsillos y que duerme sobre la tierra, tapado con un poncho. Pero ahí está, auténticamente al pie del cañón. “Aún hay salud y ganas de pelear a cuanto pícaro gringo hay en el mundo”, asegura. Sin embargo, le preocupa “no poder pagar la pensión de mi hija mayor en el colegio”.

El bloqueo a Buenos Aires

En 1845, el brigadier general Juan Manuel de Rosas gobierna la Confederación Argentina. La escuadra anglo-francesa, integrada por 11 buques de guerra y 40 barcos mercantes, ha invadido aguas territoriales desde principios de noviembre, con el pretexto de “atenuar” las tensiones entre Buenos Aires y Montevideo.

El verdadero objetivo de Gran Bretaña y Francia era navegar libremente por el Río de la Plata y los ramales interiores pertenecientes a su cuenca. Los invasores querían abrir una comunicación directa con Paraguay y, en el trayecto, tener acceso a los mercados de las provincias ribereñas para vender sus productos. Los dos países contaban con el visto bueno de los unitarios, enemigos a muerte de los federales encabezados por Rosas.

En 1843, Florencio Varela había solicitado, como representante de los unitarios en Europa, la intervención armada anglo-francesa. En septiembre de 1845, ambas potencias declararon el bloqueo a Buenos Aires.

Los agresores estaban secundados por una legión internacionalista al mando del italiano Giusseppe Garibaldi, quien remontó el río Uruguay y ocupó Gualeguaychú, en Entre Ríos. El general Justo José de Urquiza capturó a Garibaldi y lo hizo azotar “por actos de piratería”. El legendario soldado de fortuna, que no era cobarde, se cubrió de gloria en otras latitudes pero nunca más regresó al Río de la Plata.

Talla de valientes

Para enfrentar a los atacantes, los criollos se instalan en un paraje conocido como la Vuelta de Obligado (entre los pueblos de San Pedro y Ramallo, hoy provincia de Buenos Aires), donde el río Paraná tiene 700 metros de ancho y una curva muy marcada que dificulta la navegación a vela. El general Lucio Mansilla está al frente de los defensores. Cuentan con 30 cañones -la mayoría de bronce- de calibres 8, 10, 12 y 20, que resultan insignificantes en comparación con la artillería del enemigo: 99 cañones de calibres 24 y 80.

Falta armamento pero sobra ingenio y valentía. Mansilla ordena tender de una orilla a la otra tres gruesas cadenas montadas sobre 24 botes. La barrera está custodiada por Republicano, el único barquito de guerra nacional. En tierra, 2 mil gauchos mal armados y peor comidos constituyen la infantería y la caballería. Los de a pie permanecen cuerpo a tierra, con fusiles de escaso alcance; los montados empuñan sables y lanzas tacuaras.

La pelea dura ocho sangrientas horas. Los argentinos sufren la peor parte: 250 muertos, 400 heridos y 21 cañones destruidos. El propio general Mansilla es lesionado en el estómago por esquirlas de metralla al dirigir una de las cargas. Los atacantes incendian las lanchas que sostienen las cadenas. Cuando el capitán del Republicano ve que no puede enfrentar a las naves enemigas, ordena a su tripulación abandonar el buque y lo hace explotar en el medio del río, para dificultar el avance enemigo.

Ingleses y franceses sufren, en comparación, pocas bajas: 26 muertos y 86 heridos. Pero los daños en sus buques obligan a la escuadra a permanecer 40 días en la Vuelta de Obligado para repararlos. Su triunfo es relativo: logran pasar pero fracasan en su intento de ocupar las costas. Y los barcos mercantes no venden un solo producto.

Unidos contra la agresión extranjera

Las noticias del desigual combate se divulgan por todo el continente. Los gobiernos de Chile y Brasil, hasta entonces adversos a Juan Manuel de Rosas, manifiestan su apoyo a la Confederación Argentina. La prensa de Estados Unidos, país entonces considerado cuna de la democracia americana, elogia al caudillo federal. El general unitario Martiniano Chilavert ofrece unirse a los rosistas para combatir a “los enemigos europeos”.

Otro unitario, Rafael Hernández, hermano del autor de Martín Fierro, describe el enfrentamiento con admiración, dejando de lado intereses partidistas: “Los jefes vencedores al elevar el parte oficial a sus respectivos gobiernos, hacían elogios muy honrosos del valor y perseverancia a nuestros bravos, que morían dando vivas entusiastas a la independencia americana (…). Aquel día fue un verdadero triunfo para las armas de Buenos Aires, por el valor heroico que desplegaron nuestros guerreros, y como combate naval, es uno de los más grandes y gloriosos que se registran”.

El historiador Ernesto Palacio afirma: “Todas las provincias, con sus gobernadores y legisladores, se pronunciaron contra la agresión y ofrecieron sus contingentes para resistir. El glorioso general San Martín escribía desde su retiro poniendo su espada y su persona al servicio de la nación y felicitaba al gobernador de Buenos Aires como defensor de la Independencia Americana” (Historia de la Argentina - 1515-1943, editorial A. Peña Lillo).

Un año después del heroico combate de la Vuelta de Obligado, Alzogaray sigue dando qué hablar. El 19 de noviembre de 1846, recupera -al abordaje, espada en mano y en lucha cuerpo a cuerpo- la goleta Federal, capturada por las fuerzas anglo-francesas y que navegaba por el Paraná con la bandera británica.

El conflicto causa grandes pérdidas comerciales a las dos potencias europeas, que deciden iniciar negociaciones de paz en forma separada. Inglaterra firma un tratado el 24 de noviembre de 1849 y Francia el 31 de agosto del año siguiente.

Una revancha al revés... y con faldas

Rosas fue derrocado por Urquiza en 1850 y partió hacia Inglaterra, donde murió en el exilio. A pesar de su honorable foja de servicios, Alzogaray cayó en desgracia. Las nuevas autoridades lo enviaron lejosdel mar, del puente de mando y de la tropa: terminó en tierra firme, como jefe de correos en Santa Fe. Tiempo después, fue editor del Diario de Operaciones de la Guerra del Brasil.

Álvaro José de Alzogaray falleció el 31 de julio 1879, con el grado de coronel de marina. Ya no era rosista, sino partidario de Bartolomé Mitre. Se había unido a la logia masónica de San Juan de la Fe, en la ciudad entrerriana de Paraná, donde la solidaridad de sus hermanos lo rescató del injusto ostracismo.

Un siglo y medio después, una de sus descendientes, llamada María Julia -hija del insólito ex capitán-ingeniero devenido en economista- “se iba a tomar desquite con la misma fiereza que él peleaba por la pensión que no podía pagar”, afirma Roberto Young en el ensayo Las Rotas Cadenas, publicado en 1993 con el seudónimo de “Santiago Sánchez”. “Su bisabuelo defendió el país a sangre y fuego; ella lo entregó atado de pies y manos. Hizo un paquete con Aerolíneas, ENTel, Somisa y Gas del Estado, y los pícaros gringos no tuvieron inconveniente en aceptar el regalo, seguramente como reparación por las afrentas recibidas en Obligado”.

La ley Nº 20.770 estableció el 20 de noviembre como Día de la Soberanía. No obstante, los historiadores oficiales -reacios a la controvertida figura de Rosas- continúan minimizando hasta el día de hoy el combate de la Vuelta de Obligado. Quizá dentro de cien años elogien a la irreductible María Julia y a su tenaz combate contra los recursos naturales, las empresas nacionales y los trabajadores argentinos.


El forajido.-

En las primeras horas del 28 de junio de 1966, cumpliendo su amenaza, las fuerzas armadas ingresan a la Casa Rosada. El general Julio Alsogaray, hermano del famoso economista, es el encargado de intimar al presidente. En esas circunstancias, se produjo un recordado diálogo:

Alsogaray: “En representación de las Fuerzas Armadas vengo a pedirle que abandone este despacho”.

Illia: “Usted no representa a las Fuerzas Armadas, sólo representa a un grupo de insurrectos. Usted y quienes lo acompañan actúan como asaltantes nocturnos, que, como los bandidos aparecen de madrugada”.

Alsogaray: “Lo invito a retirarse. No me obligue a usar la violencia”.

Illia: “¿De qué violencia me habla? La violencia la acaban de desatar ustedes. El país les recriminará siempre esta usurpación”.

Finalmente, el presidente Illia fue sacado por la fuerza de la casa de gobierno y los militares se hicieron cargo del poder. El 30, asumió el nuevo presidente, Juan Carlos Onganía, jurando sobre los estatutos de la autodenominada "Revolución Argentina". En la ceremonia estuvieron presentes notorios dirigentes sindicales peronistas, como el metalúrgico Augusto Timoteo Vandor.


Golpe de Estado del 66:

Illia se encotraba en su despacho firmando una foto suya, cuando en ese momento, entra el General Alsogaray e intenta arrebatarle la foto:

-General: Deje eso, permitame…

-Varias voces: no interrumpa al señor presidente.

-Illia: Cállese, esto es mucho más importante que lo que uds. Acaban de hacer a la República. Yo no lo reconozco. ¿Quién es usted?

-General: Soy el General Alsogaray.

-Illia: Espérese, estoy atendiendo a un ciudadano, (dirigiéndose a la persona que buscaba la foto autografiada) ¿Cuál es su nombre amigo?

-General: Respéteme.

-Persona: (dirigiendose al presidente) Miguel Angel Lopez.

-Illia: (Al concluir de firmar la fotografía) Éste muchacho es mucho mas que usted, es un ciudadano digno y noblre. ¿Qué es lo que quiere?

-General: Vengo a cumplir ordenes del comandante en jefe.

-Illia: El Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas soy yo, mi autoridad emana de esa Constitución, que nostotros hemos cumplido y que usted ha jurado cumplir. A lo sumo usted es un general sublevado que engaña a sus soldados y se aprovecha de esa juventud que no quiere ni siente esto.

-General: En representación de las Fuerzas Armadas vengo a pedirle que abandone este despacho. La escolta de Granaderos lo acompañará.

-Illia: Usted no representa a las Fuerzas Armadas, solo representa a un grupo de insurrectos. Ud. Ademas es un usurpador que se vale de la fuerza de los cañones y de los soldados de 1a Constitución para desatar la fuerza contra la misma Constitución y la ley. Usted y quienes lo acompañan actúan como salteadores nocturnos, que como bandidos aparecen de madrugada.

-General: Señor pres… (Rectificándose), Dr. Illia.

-Varias Voces: Señor Presidente!!!

-General: Con el fin de evitar actos de violencia lo invito nuevamente a que haga -abandono de la Casa.

-Illia: ¿De que violencia me habla? La violencia la acaban de desatar ustedes en la Republica, yo he predicado en todo el la paz entre argentinos, he asegurado en todo el país la libertad y Uds. No han querido hacerse eco de mi predica. Uds no tienen nada que ver con el ejército de San Martín y de Belgrano, le han causado muchos males a la Patria y le seguirán causando con estos actos. El país les recriminará siempre esta usurpación y hasta dudo que sus propias conciencias puedan explicar lo hecho.

-Persona de civil: (acompañante del General) Hable por usted, y no por mi.

-Illia: ¿Y usted quién es, señor?

-Persona de civil: (soportando un gesto de reprobación del Gral. Alsogaray imponiéndole silencio): Soy el Coronel Perlinger.

-Illia: Yo hablo en nombre de la patria, no estoy aquí para ocuparme de intereses personales sino elegido por el Pueblo para trabajar por él, por la grandeza del país y la defensa de la ley y de la Constitución Nacional. Uds. se escudan cómodamente en la fuerza de los cañones. Ud. General es un cobarde que mano a mano no sería capaz de ejecutar semejante atropello.

-General: Usted esta llevando las cosas a un terreno que, entiendo, no corresponde.

-Illia: Con este proceder quitan ustedes a la juventud y al futuro de la República la paz, la legalidad y el bienestar

-General: Dr. Illia su integridad física está asegurada.

-Illia: Mi bienestar personal no me interesa. Me quedo trabajando en el lugar que me indica la ley y mi deber. Como comandante en jefe le ordeno que se retire.

General: recibo ordenes de las Fuerzas Armadas.

-Illia: El único jefe supremo de las Fuerzas Armadas soy yo. Ustedes son insurrectos, retírense.

Se retiraron, y a eso de las 6 de la mañana ingresa un grupo de militares, entre ellos el coronel Perlinger:

-Coronel: Dr. Illia, en nombre de las Fuerzas Armadas vengo a decirle que ha sido destituido.

-Illia: Ya le he dicho al general que ustedes no representan las Fuerzas Armadas, a lo sumo, constituyen una fracción levantada contra la Ley y la Constitución.

-Coronel: Me rectifico…, en nombre de las fuerzas que poseo.

Illia: Traiga esas fuerzas.

-Coronel: No lleguemos a eso.

-Illia: Son ustedes los que llegan a emplear la fuerza, no yo.

Se retiró el coronel con sus acompañantes, volviendo a ingresar a las 7:25 a.m.

-Coronel: Señor Illia, su integridad física está plenamente asegurada, pero no puedo decir lo mismo de las personas que aquí se encuentran. UD. Puede quedarse, los demás serán desalojados por la fuerza.

-Illia: Yo se que su conciencia le va a reprochar lo que está haciendo. A muchos de ustedes les dará vergüenza cumplir las órdenes que les imparten estos indignos que ni siquiera son sus jefes. Algún día contarán a sus hijos estos momentos. Sentirán vergüenza. Ahora, como en otra tiranía, cuando nos venían a buscar a nuestras casas, también de madrugada, se da el mismo argumento de entonces para cometer aquellos atropellos: Cumplimos órdenes.

-Coronel: usaremos la fuerza.

-Illia: Es lo único que tienen

-Coronel: Dos oficiales a custodiar a Illia, los demás avancen y desalojen el salón.

Illia rechazó el auto oficial, y se fue a la casa de su hermano en taxi. Años después rechazaría la jubilación presidencial.

En 1976 el Coronel Perlinger publicó una carta haciendo reconocimiento de su error:

“Hace 10 años el Ejército me ordenó que procediera a desalojar el despacho presidencial. Entonces el doctor Illia serenamente avanzó hacia mí y me repitió varias veces: Sus hijos se lo van a reprochar. ¡Tenía tanta razón! Hace tiempo que yo me lo reprocho porque entonces caí ingenuamente en la trampa de contribuir a desalojar a un movimiento auténticamente nacional.
Usted me dio esa madrugada una inolvidable lección de civismo. El público reconocimiento que en 1976 hice de mi error; si bien no pude reparar el daño causado, da a usted, uno de los grandes demócratas de nuestro país, la satisfacción de que su último acto de gobierno fue transformar en auténtico demócrata a quien lo estaba expulsando por la fuerza de las armas de su cargo constitucional.

addenda : granaderos
En junio de 1955 vemos al Regimiento combatiendo para defender la Casa de Gobierno de las fuerzas de la Marina que se han sublevado contra el presidente Perón y que la atacan por tierra y por aire. En 1962, el Jefe del Regimiento junto con el Secretario de Guerra, ofrecen al Presidente Frondizi –el día antes del golpe que lo derroca-, atrincherarse en el cuartel de la unidad y desde ahí resistir. En 1966, la negativa del Teniente que está a cargo de la guardia de la Casa de Gobierno a no defenderla (se niega a "no defenderla") la noche del golpe contra Illia, demora varias horas su derrocamiento. En las dramáticas horas de la crisis 2001-2002 si los efectivos del Regimiento no se hubieran desplegado alrededor de la Casa de Gobierno para protegerla, la sede del Poder Ejecutivo podría haber tenido la misma suerte que el Congreso, que fue saqueado.
Todo ello pone en evidencia que la función del Regimiento Escolta no ha sido sólo ceremonial o simbólica, ya que a lo largo de su historia ha cumplido efectivamente con la misión de custodiar al Presidente, a la Casa de Gobierno y a la Residencia Presidencial de Olivos.


El principal promotor del liberalismo económico en la Argentina moderna.-

Álvaro Carlos Alsogaray (Esperanza, Santa Fe, 22 de junio de 1913Buenos Aires, 1 de abril de 2005) fue un político, economista y militar argentino, uno de los principales promotores del liberalismo económico en la Argentina moderna.

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